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Marxismo-leninismo

viernes, 29 de abril de 2011

La dictadura del proletariado y el socialismo

Es muy posible que cualquier trabajador haya oído hablar muchas veces del socialismo. Nos dicen a diario, por ejemplo, que unos países en el mundo que eran socialistas. Rusia y China, por ejemplo; o Cuba, aquí cerca de nosotros, en América Latina. A su vez el gobierno ruso, cubano y chino reprime a centenares de trabajadores, toman medidas económicas de restauración del capitalismo que perjudican a la población afirmando que lo hacen “para defender el socialísmo”, es tan sólo un ejemplo de las muchas cosas que ocurren allí.

¿Qué es lo que pasa? ¿Eran o no socialistas todos esos países? Lo que ellos han hecho es el socialismo? Es indudable que todas estas preguntas son muy importantes y que debemos buscarles respuesta, por difíciles que estas sean. Esto es lo que vamos a intentar, aunque sea brevemente, en este capitulo.

El Estado burgués y el Estado obrero

En varios de nuestros textos de formación política (Clases Sociales, El Estado) vemos que una de las mentiras predilectas de la burguesía es hacernos creer que el Estado es un organismo de “toda la nación”, que se coloca por encima de las diferencias que puedan existir en un país (incluídas las diferencias antagónicas de clase) y que desde una posición “neutral”, trata de conciliar las diferencias que existen entre los distintos grupos o sectores, en busca del “bien común”.

En otras palabras siempre nos quisieron hacer creer que el presidente, los ministros, los parlamentarios, alcaldes, los jueces, el ejército, etc., estaban para defendemos a todos por igual, cuando la verdad es que ese aparato y todas y cada una de las instituciones que lo conforman, es un aparato de clase, al servicio de una clase que tiene el poder y quiere defender por medio de él todos sus privilegios.

En nuestro país al igual que en Estados Unidos, Inglaterra, Venezuela y la mayoría de los países del mundo ese Estado es de la burguesía, de los patronos que lo utilizan para mantener la explotación de los trabajadores. Aunque tengan las formas más variadas, tienen un común denominador mantienen y defienden la propiedad privada capitalista, que les permite explotar a la clase obrera. Por eso los llamamos estados burgueses o estados capitalistas, que es lo mismo. Es decir, países donde la burguesía ejerce, por medio del Estado, su dictadura sobre toda la sociedad, independiente, repetimos, de las diferentes formas que se vea obligada a darle a esa dictadura. Por ejemplo, a veces la burguesía domina por medio de la democracia burguesa o de sangrientas dictaduras, pero en todos los casos su dominación es una dictadura de clase, que en general se manifiesta como democracia para las clases dominantes (la burguesía) y dominación para las clases explotadas (el proletariado).

Ha habido, en cambio, otros países donde el Estado de la burguesía fue destruido, la propia burguesía fué expropiada y la propiedad privada abolida. La base fundamental para la existencia del capitalismo, es decir, la existencia de la propiedad privada sobre los medios de producción, fue destruirla por la acción revolucionaria de la clase obrera, que, como hemos visto, es la única clase realmente interesada en llevar la lucha de clases hasta sus últimas consecuencias, hasta la destrucción del orden capitalista y su Estado.

Esos son los países que se han llamado “socialistas”. Son países como Rusia, China, Cuba, Polonia y la mayoría de los Estados de Europa Oriental, Vietnam, etc. Y aunque, como veremos más adelante, el término de paises socialistas no es exacto, sin embargo, utilizaremos otro término, mucho más preciso. Así como a aquellos países donde existe la propiedad privada sobre los medios de producción lo llamamos Estados burgueses, dándole la denominación de la clase que defiende esa propiedad privada, aquellos donde la misma fue abolida los llamamos los Estados obreros, dándoles la denominación de la clase que, por medio de su revolución, permitió la destrucción del estado burgués y expropió a los patronos.

No vamos a discutir todavía si los gobiernos stalinistas, los países llamados socialistas realmente representaban los intereses de la clase obrera. Simplemente vamos a definir a un país por su característica central, por su estructura económica y por la clase que dominaba al Estado: o bien Estados capitalistas donde hay propiedad privada sobre los medios de producción, o bien Estados obreros donde ésta fue abolida y la burguesía expropiada.

La dictadura del proletariado

En los países donde la estructura económica está basada en la propiedad privada sobre los medios de producción, hay una superestructura política, un Estado, un ejecutivo, un ejército, etc., de clase, por medio del cual se ejerce la dominación que permite que continúe existiendo esa propiedad privada.

Esa “superestructura” política es el Estado burgués, por medio del cual se ejerce la dictadura de la burguesía. Unas veces con formas democráticas, otras con dictaduras militares, otras directamente con el fascismo, pero siempre dictadura de la burguesía.

En los estados obreros el fenómeno es similar. Llamamos dictadura del proletariado a la “superestructura” estatal de aquellos países donde la estructura económica está basada en la no existencia de la propiedad privada sobre los medios de producción, o sea, en la economía colectivizada.

En otras palabras, la superestructura de los Estados obreros, son “dictaduras del proletariados”, colosales conquistas de la clase obrera, que con su revolución, ha expropiado a los burgueses y organizado la sociedad de tal manera que desaparezcan los miembros de la clase social que explota a los trabajadores.

Estamos seguros, sin embargo, que a estas alturas ha surgido una pregunta clave: ¿es cierto que en los Estados obreros que hay en el mundo existe una verdadera dictadura del proletariado, que represente a toda la clase y defienda consecuentemente, hasta el fin, sus interesase. ¿Estába realmente la clase obrera ejerciendo el poder? Veamos.

Las dos dictaduras proletarias: la burocrática reformista y la revolucionaria

En los Estados obreros se presentaron hasta hoy dos tipos de dictadura proletaria. Una, la que comandaron Lenin y Trotsky a la cabeza del Partido Bolchevique durante los primeros años de la Revolución Rusa. Otra la que comandó Stalín a partir de 1923-24, cuyos lineamientos centrales se han repetido en todas las dictaduras proletarias que se instauraron posteriormente.

Para Lenin y Trotsky, el triunfo de la clase obrera en Rusia, es decir, la instauración de la dictadura del proletariado en este país, es tan solo un episodio en la lucha permanente de la clase obrera contra su enemigo mortal: el imperialismo, o sea, el capitalismo en su etapa final de descomposición y podredumbre. Un episodio colosal, pero un episodio al fin.

Lenin fue quien hizo ese colosal análisis que lo llevó a concluir que la cadena imperialista se podía romper por su eslabón más débil por un país atrasado como Rusia y no necesariamente por los países más adelantados de la tierra en aquel entonces, como podrían ser Inglaterra o Alemania. Pero eso no lo llevó a creer nunca, en ningún momento, que la tarea del Partido Bolchevique se debía circunscribir al impulso y adelanto de la revolución en Rusia, sino, por el contrario, al impulso constante de la revolución a escala internacional contra un enemigo que no está encerrado o circunscrito a las fronteras de ningún país: el imperialismo. Por eso fueron Lenin y Trotsky quienes fundaron la III Internacional y concentraron lo mejor de sus esfuerzos en dotar a la clase obrera del mundo de una dirección consecuentemente revolucionaria que dirigiera su lucha internacional por la destrucción del orden capitalista en el mundo.

Esto no quería decir, en ningún momento, que restaran importancia a las tareas que demandaba en Rusia el hecho de que la clase obrera estuviera en el poder: expropiar a la burguesía planificar centralizadamente la economía y desarrollar las bases de un régimen de transición basado en la no existencia de la propiedad privada sobre los medios de producción.

El socialismo se podría construir plenamente cuando la clase obrera hubiese triunfado a nivel internacional. Por eso siempre apostaron sus mejores cartas al triunfo de la revolución proletaria en Europa Occidental, desde donde definitivamente se desencadenaría a nivel de todo el planeta.

De la democracia obrera al gobierno de la burocracia stalinista

A nivel interno la dictadura del proletariado que dirigieron Lenin y Trotsky, se basaba en unos principios que se correspondían plenamente con su consecuente posición de clase a nivel internacional. Eran los trabajadores, por intermedio de sus propias organizaciones (en Rusia los soviets), quienes tenían en sus manos las riendas de la sociedad y administraban las fábricas el comercio exterior la justicia etc. Y, a la vez que se ejercía una implacable dictadura sobre los explotadores, los trabajadores gozaban de la más amplia democracia. Los funcionarios del gobierno y del partido ocupaban temporalmente sus cargos y podían ser removidos libremente por sus compañeros.

La dictadura del proletariado que dirigieron Lenin y Trotsky es hasta el momento la única dictadura revolucionaria del proletariado que ha existido. Ese gobierno expresaba a los sectores más explotados de la clase obrera, pero especialmente al proletariado industrial, sin lugar a dudas un sector muy dinámico y revolucionario, el que mejor representa los intereses de nuestra clase.

En síntesis, la dictadura revolucionaria del proletariado la podríamos definir como aquella en la cual, bajo la dirección de un partido marxista revolucionario, la clase obrera ejerce directamente el poder a través de sus propias organizaciones, mediante el método de la movilización permanente, el ejercicio de la democracia obrera y el impulso sistemático a la revolución mundial, teniendo como principal objetivo la destrucción del imperialismo en todo el planeta.

La dictadura que comandó Stalin sólo tenía un punto en común con la de Lenin y Trotsky: también se basaba en una economía centralmente planificada edificada sobre la expropiación de la burguesía. Pero en el resto parecían el agua y el aceite. Cuando la revolución europea fracasó (en los 5 años siguientes al triunfo bolchevique de 1917 fue derrotada la revolución alemana, la italiana, la húngara, etc.), cuando la guerra civil había exterminado físicamente los mejores cuadros obreros que habían dirigido la revolución de Octubre y los soviets se hallaban extenuados, el atraso y la pobreza de Rusia se manifestaron en toda su trágica dimensión: la burocracia, esto es, un sector de la sociedad proveniente de las capas más privilegiadas de la clase obrera rusa, de sus capas aristocráticas y del campesinado fue tomando poco a poco las riendas del poder y utilizándolas en su propio beneficio, para obtener prebendas y privilegios. La democracia obrera fue siendo cercenada hasta desaparecer, y los más elementales principios que habían sido producto de la gesta de Octubre, fueron relegados, desmontados al servicio de la política contrarevolucionaria del stalinismo.

En el terreno internacional, en donde más claramente se manifiesta el carácter revolucionario o contrarrevolucionario de una política que hable en nombre de la clase obrera.

La lucha implacable de Lenin y Trotsky por extender la revolución hasta hacerla mundial y llevarla a derrotar al imperialismo, fue reemplazada por una nueva “teoria”: según los burócratas, Rusia sola podía construir el socialismo; el socialismo podía hacerse “en un solo país”, coexistiendo éste a nivel internacional, con el imperialismo, su enemigo mortal.

La revolución mundial, dejó de ser impulsada y empezó a ser traicionada; se pactó con el imperialismo y en nombre de la defensa de la “patria socialísta” se puso a la clase obrera del mundo al servicio de la casta burocrática que vivía de las conquistas de la revolución de Octubre y parásita de ellas y se llevo a varias revoluciones a la derrota, (China 1927, España 1936, Francia 1936, etc.)

A esta forma de dictadura proletaria la llamamos dictadura burocrática del proletariado.

“Socialismo en un solo país” o revolución permanente hasta destruir al imperialismo

El socialismo es una forma de organización social de transición. De transición entre el podrido capitalismo imperialista y el comunismo, es decir, aquella organización superior de la sociedad donde la opresión y la explotación hayan desaparecido, donde los productores agrupados libremente entre sí den a la sociedad de acuerdo a sus capacidades y reciban de ella de acuerdo con sus necesidades, donde las clases hayan desaparecido y, por consiguiente, también lo haya hecho el estado.

El socialismo, basado en la expropiación de la burguesía, que es solo un primer paso, debe prefigurar el comunismo y empezar paulatinamente a hacer desaparecer las clases sociales y el Estado, incluido, obviamente, el estado obrero. Pero ello sólo podrá ocurrir cuando haya desaparecido de la faz de la tierra hasta el último Estado burgués, es decir, hasta que el pulpo imperialista haya sido cercenado hasta el último de sus tentáculos y haya recibido el golpe de gracia en la cabeza.

El derrocamiento revolucionario de los regímenes stalinistas en la URSS y Europa Oriental así como la crisis en China, Cuba, Vietnam etc., demostró que la “Teoría” del “socialismo en un solo país” era solo una utopía reaccionaria de la burocracia de los partidos comunistas gobernantes en esos países conocidos como el “campo socialista” y también demostró que el marxismo revolucionario, el trotskysmo, tiene razón al afirmar que el socialismo será mundial o no será. Los triunfos que se hayan obtenido en cada país serán episodios muy valiosas de esta obra que escribe con su revolución la clase obrera. Pero nunca podrán ser un fin en sí mismos.

Socialismo o barbarie

Ya Marx y Engels, en los primeros párrafos de su gran obra, El Manifiesto Comunista habian planteado la cruda alternativa a la cual se ve enfrentada hoy la humanidad: “la historia de todas las sociedades en nuestros días es la historia de la lucha de clases, hombres libres y esclavos, patricios y plebeyos, señores y siervos, maestros y oficiales, en una palabra: opresores y oprimidos se enfrentaron siempre, mantuvieron una lucha constante, velada unas veces y otras franca y abierta; lucha que terminó siempre con la transformación revolucionaria de la sociedad o el hundimiento de las clases en pugna”.

Hoy, estas frases plantean una alternativa de hierro: o la podrida sociedad imperialista es transformada mundialmente por obra de la lucha revolucionaria de la clase obrera contra la burguesía, en una sociedad socialista que siente las bases de la futura sociedad sin clases, la sociedad comunista, o las clase hoy en pugna,la burguesía y el proletariado, se hundirán en nuevas formas de barbarie, contando el caso de que sobrevivan y no sean destruidas antes por un holocausto nuclear.

O como excelentemente lo sintetiza Trotsky en el Programa de Transición: “Los requisitos previos objetivos para la revolución proletaria no sólo han ‘madurado’, empiezan a pudrirse un poco. Sin una revolución socialista, y además en el periodo histórico inmediato, toda la civilización humana está amenazada por una catástrofe. Todo depende ahora del proletariado es decir principalmente de su vanguardia revolucionaria. La crisis histórica de la humanidad se reduce a la crisis de su dirección revolucionaria”.